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¿Qué son los antiinflamatorios no esteroides?

Los AINE, riesgos y beneficios.

20 de enero de 2020

Los antiinflamatorios no esteroides (también conocidos como AINE) son unos de los grupos de medicamentos más utilizados para tratar el dolor y la inflamación en los adultos.

En este grupo encontramos fármacos ampliamente conocidos como el ibuprofeno, diclofenaco, meloxicam o ácido salicílico.

En ocasiones se utilizan a largo plazo para el control de enfermedades reumáticas como las espondiloartritis. También se utilizan por periodos cortos para el control rápido de inflamación, como en artritis reumatoide, osteoartritis o incluso lupus eritematoso sistémico.

Aparte de su efecto sobre el dolor, la inflamación y la fiebre, también alteran la función de las células responsables de la coagulación. Por este motivo el ácido salicílico se ha utilizado también para el manejo y la prevención de infartos cardiacos o ataques cerebrovasculares.

Dentro de este grupo de medicamentos encontramos dos familias: los que no son selectivos para la enzima COX-2 (como el ibuprofeno, naproxeno, indometacina) y los selectivos para la COX-2 (celecoxib, etoricoxib). Estos últimos fueron diseñados para evitar problemas estomacales como úlceras o gastritis por su uso prolongado.

La potencia de cada AINE es diferente, al igual que la frecuencia con la que se debe tomar, por lo que se debe seguir de cerca las indicaciones médicas o las instrucciones en el inserto del medicamento para su uso (ya que muchos son de venta libre).

Estos medicamentos inician su acción de forma rápida, sobre todo el control del dolor. No se deben mezclar AINE diferentes, esto no aumenta su efectividad, pero si el riesgo de sufrir efectos adversos por estos.

Todos los medicamentos, incluidos los antiinflamatorios, tienen un riesgo de efectos secundarios. De allí la importancia de entender los riesgos y beneficios de estos antes de tomarlos. Algunos de los riesgos posibles son problemas del tracto digestivo (úlceras y gastritis), aumento de la presión arterial, alergias, hinchazón por retención de líquidos, problemas renales, riesgo de infartos o sangrados.

En ocasiones estos pueden causar recaídas de enfermedad inflamatoria intestinal, alterar el metabolismo de la warfarina (un anticoagulante), causar descompensación de enfermedades cardiovasculares y se deben evitar en el embarazo (sobre todo después del primer trimestre). Por esto es fundamental informar de su uso al personal de salud cuando sea necesario.